Al atardecer, el monje cogió el candil que usaba cuando sabía que la vuelta sería de noche, después de acudir a los caseríos
para dar la comunión a las personas por estar enfermas, cuidando del ganado, por atender trabajos que el caserío les imponía,
y no podían acudir al Santuario a misa, sabía que este era uno de esos, días, llegaría tarde…
El padre Pascual llegó al caserío Leoia Enea con una carta sellada en la mano. —Tengo noticias importantes que compartir con
vosotros, —dijo, reuniendo a la familia de Anne en la cocina. —¿Qué sucede, padre? —preguntó Santiago, el padre de Anne, con
preocupación en su voz. —He recibido una carta de un amigo mío, un fraile de Pamplona, el padre Atarrabia —explicó el padre
Pascual, —me informa que la Inquisición se está acercando a Hondarribia, cada vez son más crueles con los que consideran
herejes o brujos.