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サマリー
あらすじ・解説
El profeta Elías acaba de ser usado por el Señor para realizar un gran milagro. Él acaba de hacer una oración sencilla, y Dios ha abierto los cielos y ha hecho descender fuego, demostrando ser el Señor de todo. Elías acaba de ver al pueblo de Israel inclinarse ante Dios y proclamar su fe y lealtad a Él. Elías acaba de matar a los 450 profetas de Baal. Su día ha estado muy ajetreado, por decir lo menos. La mayoría de nosotros habríamos estado buscando un sillón para poder descansar. ¡Pero no Elías!
Miren, la tierra de Israel ha estado languideciendo bajo una sequía de tres años y medio. Debido a la sequía, la gente se muere de hambre, decenas de miles han muerto y la nación se encuentra en una situación desesperada. Por supuesto, no ha llovido debido a la idolatría del pueblo. Pero ahora, se han arrepentido, los sacerdotes de Baal están muertos y es hora de que Dios abra los cielos y envíe la lluvia tan necesaria.
Entonces, en lugar de caminar hacia la puesta del sol para saborear su victoria sobre el mal, Elías se pone a trabajar nuevamente para ver que la lluvia llegue como Dios prometió que vendría. Él nos enseña la lección en este pasaje de que no hay lugar para dejar de obrar. Nunca llegará un día en nuestro caminar con Dios en el que tengamos la oportunidad de sentarnos y no hacer nada. Muchos están haciendo precisamente eso, pero no es porque no haya nada que hacer. Tampoco es porque el Señor les está permitiendo quedarse sin hacer nada. Se sientan porque, a diferencia de Elías, ¡nunca han aprendido la verdad de que la obra de un hijo de Dios nunca termina!
Todos hemos escuchado el viejo dicho: “Un hombre puede trabajar de sol a sol, pero el trabajo de una mujer nunca termina.” ¡Ese es un dicho verdadero para muchas mujeres! Lo mismo puede decirse de una sierva del Señor también. Cuando una persona ha llegado al lugar donde está totalmente entregada a la voluntad de Dios para su vida, nunca la dejará. Dejaremos de servir hasta que él nos llame a casa. Unámonos a Elías después de su gran victoria en el Carmelo y aprendamos una lección importante y sumamente relacionada con la que llevan a cabo los hombres de Dios, es decir, que nunca termina. Hay tres características mostradas por Elías en estos versículos que nos enseñan cómo podemos estar ocupados en la obra del Señor todo el tiempo.