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サマリー
あらすじ・解説
Lee Lucas 2:22–35
¿Alguna vez te ha sorprendido que algo o alguien apareciera inesperadamente? Jesús contó varias parábolas sobre llegadas inesperadas. La parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1–13), los siervos vigilantes (Marcos 13:24–37; Lucas 12:35–40), el amigo de noche (Lucas 11:5–13) y los labradores (Mateo 21:33–46) tienen el elemento de sorpresa que caracteriza a aquellos que son tomados desprevenidos.
Si bien estas parábolas anticipaban el regreso de Cristo, la sorpresa también fue una característica del primer Adviento. Una de las grandes ironías del nacimiento de Cristo es que fue completamente inesperado para aquellos a quienes se les había prometido desde hacía mucho tiempo. Este no fue el caso de Simeón, de quien Lucas dice que “aguardaba con esperanza la consolación de Israel” (v. 25). En cierto sentido, Simeón no era nadie especial. Lucas no lo describe por profesión o título. Sin embargo, dos características distintivas diferenciaban a Simeón de los demás. Era devoto y hombre del Espíritu. Aunque no era un profeta que escribiera como Isaías o Jeremías, había sido preparado para la llegada del Mesías de Israel por una revelación de Dios. Simeón no sabía el día ni la hora exactos. El Espíritu solo le dijo que “no moriría sin antes ver al Cristo del Señor” (v. 26).
Cuando llegó el momento de que José y María circuncidaran a Jesús, el Espíritu Santo impulsó a Simeón a entrar en el atrio del templo. Ya que José y María estaban allí, probablemente se trataba del atrio de las mujeres. El Espíritu Santo le hizo saber a Simeón que ese era el niño que había estado esperando ver. Tomó al niño en sus brazos y alabó a Dios con palabras que también eran proféticas. Las palabras de Simeón anticiparon la propagación de las buenas noticias a los gentiles, así como la resistencia a ella que muchos en Israel opondrían (v. 34). Concluyó con una palabra personal para María (v. 35).
- ¿Por qué no se sorprendió Simeón? ¿Qué advertencia le dio a María? ¿Cómo respondió ella a sus palabras?
Ora con nosotros
La historia de Simeón en la lectura de hoy nos muestra cómo estar en sintonía con el Espíritu Santo. Padre celestial, enséñanos a ser sensibles a Tus impulsos, danos ojos y oídos para verte y escuchar Tu voz. Ayúdanos a obedecer Tu voz como lo hizo Simeón.
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